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Oso pardo/Ursus arctos

Oso pardo, hartz


Ursus arctos



Autor: Gonzalo Deán


Fuente: Guia Visual de la Naturaleza y el Paisaje de Navarra





Mapas de distribución




  • Características generales. Identificación

    Sistemática y distribución global

    El Oso Pardo (Ursus arctos) es entre los osos el que tiene un área de distribución más extensa y una población más numerosa. Se estima que existen entre 100.000 y 250 .000 individuos. Todas las poblaciones de osos pardos han sido incluidas como subespecies dentro de una sola especie a pesar de sus diferencias de tamaño, coloración y biología. En ella se incluyen los osos kodiak de Alaska, los grizzly americanos, los osos de Kamtchaka, los osos pardos muy oscuros de China septentrional, los osos grises del Tibet y los osos pardos especialmente claros del Próximo Oriente. Ha ido reduciéndose una buena parte de su área original de distribución, llegando a extinguirse por completo en las montañas del norte de África. En la mayoría de los estados europeos y en los USA ha quedado relegado a las zonas más inaccesibles de algunas montañas. En particular en Europa Occidental se mantiene en la cordillera cantábrica, los Pirineos españoles franceses y los Alpes trentinos (unos 12 individuos) y el parque nacional de Abruzzo (alrededor de 50 individuos) en Italia. También está presen­ te en Grecia, los países de la ex-Yugoslavia, Centroeuropa, Escandinavia y especialmente en Rusia. Se muestran en la tabla 1 los datos recopilados en la reunión sobre la protección del Oso Pardo del año 1988 (Covadonga, Asturias).

    En España el oso era en épocas pretéritas mucho más abundante y estaba presente en la mitad sur de la península. En los siglos XIV y XV ocupaba el Sistema Central, los Montes de Toledo, Sierra Morena y algunos núcleos se extendían hasta los confines del Reino de Valencia y las marismas del Guadalquivir.

    En la Edad Media las poblaciones de Oso Pardo cantábricas y pirenaicas constituían un solo núcleo reproductor que debió separarse en dos poblaciones discretas entre los siglos XVII y XVIII. La población de osos cantábricos se separó en dos subpoblaciones al final del siglo pasado o comienzos del presente reduciéndose notablemente el flujo genético entre ambas hasta hacerse prácticamente inexistente. Sin embargo se han localizado mediante indicios osos en zonas intermedias entre ambas subpoblaciones.

    La población ibérica de oso pardo está dividida en dos poblaciones, la cantábrica y la pirenaica. Ambas poblaciones han aumentado notablemente sus poblaciones en las últimas dos décadas. En la zona cantábrica se ha pasado de este escenario “De acuerdo con los datos publicados hace años la población oriental localizada en Castilla­León (87 %) y marginalmente en Cantabria (9,1 %) y Asturias (3,5 %) estaría compuesta por 20-25 individuos y ocuparía una extensión de 2.168 km. El núcleo occidental, más denso, se distribuye por 2.600 km2 e incluye parte de Asturias (70,6 %), Castilla-León (26,9 %) y Galicia (2,5 %). En esa zona residen entre 40 y 55 osos.” A otro, actual, en el que la población ronda las 330 ejemplares y ambas poblaciones se han interconectado.

    Los últimos osos del País Vasco, cuyas poblaciones pudieron representar el vínculo de unión entre los osos pirenaicos y los cantábricos, se cazaron en Altamira y Urgoiti (Álava) hacia 1830. Al final del siglo XVIII y comienzos del XIX todavía se citan osos en Guipúzcoa y Vizcaya.

    El oso se mantiene en toda la cordillera pirenaica y algunas sierras pre-pirenaicas durante el siglo XIX pero desaparece de éstas en los comienzos de este siglo. Entre 1940 y 1960 la regresión de la especie determina la separación de la población en dos subpoblaciones, la occidental y Ja central. Estas dos subpoblaciones siguen reduciéndose en superficie y número de ejemplares hasta que el núcleo central y oriental desaparece al final de los 80 o comienzos de esta década, años en los que como mucho podría quedar un individuo errático difícil de localizar y abocado a un triste destino. Esta población hubiera desaparecido completamente si no se hubieran producido repoblaciones en el lado francés, inicialmente con osas provenientes de Eslovenia. La población se encuentra en este momento en expansión y ha superado la barrera de los 50 ejemplares.

    En Navarra el Duque de Almazán recoge en 1934 una cita histórica en la que se refleja que el Rey Sancho IV en 1038 cazó osos en Peñalén, en las confluencias de los ríos Arga y Aragón, de donde cabe deducir que su área fue mucho más extensa así como su densidad, y debió ser bastante común en toda la zona norte. Antiguamente en Navarra los osos se cazaban y se pagaba a quien demostrara que había matado alguno. "en Arruazu por una cría de oso … 1 real y en Huarte por un cuero de oso 2 reales, sobre el año 1625-1658" Consultar aquí.





    Evolución poblacional del Oso Pardo en el Pirineo

    La evolución numérica de la población osera pirenaica fue un constante declinar hasta mediados de los 90 cuanto se inició el programa de reintroducción.

    La especie estaba abocada a su total extinción de no mediar un proceso de reforzamiento de la población, sobre todo si tenemos en cuenta la distribución de sexos existente en el núcleo occidental de la misma, con tan sólo una hembra reproductora.

    La acusada regresión de la especie en el Pirineo determinó la elaboración de los Planes de Recuperación de la especie y de un proyecto Life en el año 1993 que fue extendido nuevamente en el 95 y que estaba previsto hasta el 99. A la vista de la ineludible necesidad de la reintroducción de osos foráneos en el Pirineo para evitar la extinción de la especie en el año 94 el proyecto Life dedicado al Oso Pardo en el Pirineo contempló la realización de un programa piloto de reintroducción de osos en el Pirineo oriental donde la especie se había extinguido en los años precedentes.

    Cuatro municipios del Pirineo Central francés aceptaron ser el lugar de re-introducción de esta nueva pobl ación. Allí, en la localidad de Melles, se liberaron 2 osas, Giva y Melba, en la primavera del año 96. La última en la primera quincena de junio. En la primavera siguiente se liberó el macho Pyros en la misma comarca. Giva dio a luz dos oseznos en la primavera siguiente por lo que cabe deducir que fue liberada en estado de gestación. Según informaciones de prensa también Melva dio a luz dos oseznos pero fue posteriormente matada por un cazador.

    Tras una serie de re-introducciones en el lado francés de los Pirineos, (por lo visto la evitación de la extinción de esta especie y su conservación en los Pirineos es más responsabilidad del lado francés que del español) la especie empezó una clara recuperación que se ha mantenido hasta la actualidad momento en que la población total ronda los 50 ejemplares.


    Amenazas y causas de mortandad

    Todos los expertos coinciden en presentar la muerte no natural de ejemplares y la destrucción del hábitat como las causas del acelerado declive del oso.

    Hasta tiempos recientes la destrucción del oso no sólo no era perseguida sino que era promovida por las propias autoridades. Castells y Mayo presentan una serie de datos suficientemente elocuente de esta persecución. Entre 1816 y 1817 fueron capturados en España 109 osos, obviamente dentro de una población claramente mayor que la que existe actualmente. A pesar de ser declarada especie protegida por el Real Decreto 2573 del año 73, primero que establecía en España una lista de especies protegidas, entre 1979 y 1981 se mataron 25 osos y en 1986/1987 los furtivos mataron nueve osos, 6 a tiros y 3 con lazos. En la cordillera cantábrica se suceden año tras año las denuncias y detenciones por furtivismo y por colocación de lazos ilegales. Así por ejemplo un oso fue liberado de un lazo ilegal en 1997 y varios grupos furtivos fueron denunciamos y/o detenidos en zonas oseras en el 96 y 97.

    En Navan-a consta la muerte furtiva de un ejemplar abatido por un cazador de Garde en 1989 y los vecinos del valle son conscientes de la muerte de otros dos en la década anterior. Más recientemente un oso de Ja población osera pirenaico-occidental fue abatido en 1994 y sus autores detenidos por las autoridades galas. Finalmente, uno de los osos reintroducidos fue abatido también en Francia a los pocos meses de su liberación.

    Todos los datos aportados hasta aquí son datos mínimos que llegan a trascender a la opinión pública y aparecen publicados. Es lógico pensar que la mortandad real es más elevada ya que nadie va a anunciar a la prensa o a los medios científicos la muerte furtiva de ejemplares que están amparados por la ley y cuya muerte se castiga con indemnizaciones millonarias.

    No es necesario explicar que u na población reducida y en la que las hembras solamente se reproducen una vez cada dos años no puede soportar una destrucción por caza furtiva tan elevada.

    Pero por si esto no fuera suficiente el Oso Pardo es un animal bastante selectivo en cuanto a requerimientos de hábitat, necesitando de bosques maduros y de una baja presión humana. Continuamente proyectos de desarrollo amenazan las zonas oseras tanto en la cordillera cantábrica como en los Pirineos. En los últimos años han sido denunciados proyectos de mini-centrales, embalses, proyectos mineros a cielo abierto, talas y construcciones de pistas (ver listado de bibliografía). En particular y en lo que se refiere a Navarra la sociedad Ugatza llamó la atención pública sobre la tala de hayas y abetos blancos y construcción de infraestructuras en zona pirenaica incluida dentro del ámbito de aplicación del Plan de Recuperación del Oso Pardo en Navarra. También en Aragón se suceden incidentes parecidos. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil ha abierto diligencias previas por presunto delito ecológico contra los responsables de una nueva tala ilegal en una zona de especial protección en los bosques de Ansó y Hecho. Se da la circunstancia que esta tala en zonas donde habitan especies en grave peligro de extinción como el Oso Pardo se produce apenas seis meses después de que un juzgado de Jaca diera orden de suspensión de todas las cortas en esa zona.


    Conservación y protección

    En la tabla 2 se muestran una serie de hitos en la conservación del Oso Pardo. Además el Oso Pardo está incluido en el anexo II del convenio CITES y su trasposición a la legislación europea, en el anexo II del convenio de Berna y en el anexo II de la Directiva de Hábitats Europea.

    A la vista del listado de acciones positivas para Ja protección de la especie alguno podría pensar que el proceso de protección del Oso Pardo en España ha sido algo imparable. Nada más alejado de la realidad. Todas las prohibiciones y medidas de protección fueron en la práctica papel mojado hasta mediados de la década de los 80 y en algunas regiones posteriormente. Los furtivos campaban a su antojo, los cebos envenenados y los cepos-trampa diezmaban anualmente las poblaciones y las iban llevando hacia su desaparición. El resultado no fue otro que la muerte ilegal de decenas de osos cada año. Además, el hábitat del oso sufría todo tipo de agresiones. Lo más notable fue la actuación de instituciones como el Fondo de Intervención Eco-Pastoral francés y del FAPAS español, ambos grupos pioneros en el esh1dio y defensa del oso. Estos grupos empezaron a promover y anticipar subvenciones por daños a los ganaderos afectados, a la vez que hacían el seguimiento de las respectivas poblaciones oseras, descubrían y denunciaban las agresiones al medio y las prácticas furtivas y desarrollaban programas de sensibilización. Para el oso pirenaico las medidas de protección llegaban demasiado tarde. La reproducción era escasa, quizá como consecuencia de la consanguinidad y de la distribución de sexos, y las bajas constantes, hoy aquí, mañana allí.

    En realidad no hay tantas alternativas en la conservación del oso y los aspectos clave de la misma vienen perfectamente resumidos en la monografía que el ICONA dedicó a esta especie hace ya muchísimos años. Se pueden encuadrar en 5 grandes bloques.

    1. Reducción de la mortandad artificial de la especie. Básicamente erradicación de la caza furtiva.

    2. Conservación y restauración del hábitat. Incluye una gestión forestal sensible a la realidad del oso, la restricción de acceso rodado y de construcción de nuevas pistas y carreteras, la l imitación del turismo masivo, la regulación de lo& recursos cinegéticos la exigencia del EIA para todas las actividades que .afecten zonas oseras. Otras medidas podrían ser una política de incremento de la producción de alimentos potenciales para el oso: repoblación de cérvidos, mantenimiento o repoblación de especies productoras de frutos con importancia nutricional para el oso. Como medida de urgencia y en situaciones de grandes daños se ha ensayado el ofrecer al oso un cocktail de alimentos. Esta técnica ha dado resultados positivos en algunas ocasiones.

    3. Compensaciones económicas por cabezas muertas y por daños y molestias, incentivos fiscales e inversiones compensatorias en las comarcas afectadas. Ayudas para la protección y vigilancia de los rebaños. En realidad las medidas de conservación y protección del hábitat, campañas de investigación y sensibilización deberían revertir beneficios económicos en las regiones afectadas.

    4. Educación Ambiental. Sensibilización.

    5. Investigación y seguimiento de la población.

    Sin embargo, a la vista de la figura en la que se representa la evolución numérica de la especie en el Pirineo debe quedar claro que la población osera pirenaica es del todo inviable a medio plazo de no mediar una reintroducción de ejemplares desde otras poblaciones por lo que gastar dinero para conservar su hábitat sería absurdo.

    El Oso Pardo actúa, al requerir bosques maduros con una alta diversidad y un elevado grado de tranquilidad para llevar a cabo su ciclo vital, como un indicador biológico óptimo, el más valorado entre los de la Pen ínsula Ibérica. Como concluyen PURROY y CLEVENGER "las medidas tomadas para proteger los elementos más exigentes de un ecosistema a menudo suministran un colchón de seguridad para otras especies, escasas o comunes, que precisan de menores superficies a la hora de satisfacer sus necesidades ecológicas. Al proteger al oso, una completa serie de fauna cantábrica y pirenaica queda defendida al mismo tiempo''. Yo añadiría que mantenemos un recurso sostenible a largo plazo y la calidad de vida para las generaciones sucesivas. Aunque esto no deba hacerse a costa de las gentes que residen en las comarcas oseras sino buscando formas alternativas de recursos económicos basados en la imagen positiva del oso y mediante compensaciones económicas sufragadas por fondos públicos regionales, nacionales e internacionales



  • Biología y ecología


    El ciclo de actividad diario

    La actividad del oso es marcadamente crepuscular y nocturna, aunque esto tampoco puede considerarse como una regla general ya que no afecta por igual a todos los ejemplares, pudiendo haber en Ja misma población osos con tendencias más diurnas. Además el mismo oso llega a comportarse de forma más nocturna o más diurna en función del período del año. Por si fuera poco se han estudiado ejemplares que cambiaron su comportamiento de un año para otro. Teniendo estas posibles variaciones en mente el patrón de actividad diurna más general es el que presenta dos máximos en el crepúsculo y el atardecer. El oso se encama normalmente en las horas centrales del día y también suele tener un período de reposo durante la noche.

    El ciclo vital anual: la reproducción

    La actividad reproductora del oso varía según la región donde se localiza. Para los Pirineos se ha dado como período reproductor el que va desde final de abril hasta junio. En la Cordillera Cantábrica parece producirse el celo entre junio y agosto. En este período los osos machos tratan de cubrir a una o más osas receptivas que se encuentren en su área de campeo potencial. Es por ello por lo que vimos que su dominio vital se ampliaba enormemente en esta época. Los machos pueden llegar a pelear por las hembras e infligirse heridas. La ovulación es inducida por la cópula lo que favorece el éxito reproductor del Oso Pardo con ejemplares relativamente aislados y con una baja tasa reproductora. El embrión no se implanta hasta al cabo de u nos meses, al final del otoño y el genuino período de gestación dura unas 8-10 semanas. Los oseznos nacen con un escaso desarrollo durante el invierno (enero y febrero) y se amamantan durante semanas en el interior de la osera, hasta que la osa comienza la actividad exterior en marzo o abril. Este mecanismo de implantación diferida pem1ite iniciar la gestación en una época nutricional más apropiada cuando la osa ha acopiado numerosas reservas tras ingerir grandes cantidades de frutos secos durante el otoño.

    Los oseznos viven con su madre durante su primer año de vida e hibernan en la misma osera que su madre. En la primavera siguiente son expulsados y se independizan. La mortandad en los primeros cinco años de vida es muy elevada, reduciéndose después drásticamente. Las osas no son activas desde el punto de vista reproductor antes de los 5-6 años y el intervalo entre partos suele ser de unos 3 años. Ambos factores pueden dilatarse si el estado nutricional del ejempla r es pobre. Esto explica las dificultades de una población osera para mantenerse si la caza, legal o ilegal, elimina una parte de la población. Un estudio sobre u na población de osos puso de manifiesto que una tasa de mo1tandad por encima del 6 % de la población anual dete1minaba el decremento de la población a medio y a largo plazo.

    El oso atraviesa un periodo de inactividad llamado hibernación. Tanto la entrada a la osera para hiberna r como su salida, y por consiguiente la duración de este período, varían ampliamente en función de los ejemplares, las condiciones meteorológicas y la altitud de hibernación. Por otra parte, la hibernación de los osos no es un período como el letargo de los lirones con reducción drástica de los parámetros vitales y, por consiguiente, de total inactividad, ya que aquéllos pueden llegar a abandonar la osera temporalmente si, por ejemplo, son molestados. En este período la temperatura corporal se reduce 4 o 5 grados, las pulsaciones bajan de unas 40/50 hasta un mínimo de 8-10, con la consiguiente reducción en el consumo de oxígeno. Durante la hibernación el oso deja de comer, beber, orinar y defecar durante varios meses.

    Para hibernar el oso emplea unas cavidades llamadas oseras. En Ja Cordillera Cantábrica estas son cuevas naturales en el 78 % de los casos y zonas excavadas total o parcialmente en el 21 %. Las cuevas naturales tienen una longitud media de 4,5 m y las excavadas de 2,1 y normalmente cuentan con una cama de vegetación que el oso aporta a la misma. Las oseras suelen hallarse más frecuentemente en bosques o prebosques (65 %) que en zonas de matorral (30 %) o zonas sin cobe1iura arbórea (5 %). Las distancias medias de las oseras a carreteras y pueblos son respectivamente de 1,6 y 2 km lo que habla bien a las claras del necesario grado de convivencia entre el hombre y la población osera.


  • Comportamiento

    Alimentación y excrementos

    El oso es un animal omnívoro y oportunista que varía su dieta en función de la disponibilidad de los diferentes materiales en el medio. La mayor parte del alimento del oso es de origen vegetal aunque contraste fuertemente con el anómalo comportamiento de algunos osos en el Pirineo. Dos estudios sobre la alimentación del Oso Pardo en la cordillera cantábrica y en los Pirineos ofrecen porcentajes de material animal del 14 % (8 % de ganado doméstico) y 23 % (15 % de ganado domestico), respectivamente.

    El trabajo de CLEVENGER y PURROY aportó valiosa información sobre la alimentación ursina y del mismo se extrae el resumen que sigue.







    La dieta del oso cambia de forma notable a lo largo del año. En la primavera el 84 % del alimento lo constituyen las plantas herbáceas. El oso pasta al atardecer y durante la noche sobre los brotes tiernos de las gramíneas que nacen. Estos brotes son ricos en nutrientes y no contienen grandes cantidades de materiales indigeribles como la lignina o la celulosa. A partir de una fecha, cuando las hierbas han crecido demasiado, el oso empieza a alimentarse de inflorescencias y grandes hojas carnosas de umbelíferas. Esta tendencia se prolonga durante el verano haciéndose cada vez más acusada. En el verano los osos bus­ can los márgenes de los arroyos y las umbrías húmedas en busca de este tipo de vegetales. En primavera y verano el ganado constituye una fuente suplementaria importante de alimentación. Después del letargo el oso necesita recuperar peso y la carne representa un alimento extremad amen­ te nutritivo, rico en proteínas y calorías, y en energía digerible. En los inviernos extremados se producen numerosas bajas de ungulados silvestres, sobre todo cérvidos, y los osos se alimentan de sus carroñas en la primavera. Un 4 % de la dieta primaveral del oso lo constituyen los insectos, principalmente abejas y hormigas.

    En el verano el menú del oso se amplía y diversifica notablemente pero las plantas herbáceas continúan siendo el alimento más frecuente aunque su porcentaje baja hasta el 41 % del total. Las gramíneas son sustituidas por las umbelíferas en su práctica totalidad. Una parte importante de la dieta veraniega del oso lo constituyen los insectos. A las abejas y hormigas ya citados hay que añadir los escarabajos que el oso busca levantando piedras o descortezando árboles. En el estudio mencionado los insectos representaban el 20 % del alimento durante el verano. Un 22 % correspondía a los frutos carnosos que maduran durante el mes de agosto y particularmente al arándano. El ganado representa el 12 %.

    El otoño es un período crítico para el oso ya que debe acopiar reservas para sobrevivir a la hibernación y, si es una hembra preñada, para amamantar al osezno que nacerá en pleno invierno. Diversos estudios han mostrado que el estado nutricional otoñal de los ejemplares de la especie determina el éxito reproductor en la temporada siguiente. Otras variables relacionadas con la disponibilidad de alimento de calidad son la edad para la primera reproducción, el tamaño de camada, el intervalo entre partos y la supervivencia de las crías. En otoño los frutos secos constituyen la fuente principal de alimento, el 80 %, y entre el los destacan las bellotas, los hayucos, las castañas y las avellanas. Algunas de estas especies son veceras por lo que el porcentaje de las mismas en la alimentación puede variar de forma importante de un año a otro. Esto, además, determina el uso del hábitat del oso según los años. La segunda fuente de alimento otoñal son los frutos carnosos que se diversifican incluyendo las zarzamoras, los escaramujos, los pudios, y los frutos del majuelo, el acebo y el serbal, así como las manzanas silvestres. El ganado doméstico se mantiene en el 10 % de las necesidades nutritivas de la especie.

    En invierno los frutos secos y las herbáceas son las fuentes principales de alimento, seguidos por los frutos carnosos, entre los que la manzana silvestre suele constituir un porcentaje muy importante, y por el ganado doméstico y los ungulados silvestres.

    Un estudio similar llevado a cabo sobre ejemplares de la población pirenaica muestra sin embargo algunas diferencias notables sobre lo expuesto anteriormente. En este estudio de BERDUCOU y colaboradores (figura 2)







    Los frutos carnosos son la parte más importante de la alimentación con el 37,5 % del volumen, seguido de las plantas herbáceas (19 %) y del ganado doméstico (15 %). Menos importantes son las aportaciones de otros vegetales (10 %), frutos secos (10,5 %) e insectos (8 %).

    Los excrementos de oso son claramente reconocibles y han constituido el método más eficaz para el estudio de la alimentación del plantígrado. Son masas cilíndricas de unos 6 cm de diámetro y que se acumulan en grandes montones. Su contenido y consistencia varían en función de los materiales ingeridos y se van haciendo semilíquidos en la medida en que se incrementa el porcentaje de frutos carnosos en la ingesta. A partir de excrementos (por células que pueden contener), así como por el pelo que desprende el oso, se puede identificar cada uno de los ejemplares individualmente mediante una técnica de análisis de ADN.

    El comportamiento alimentario del oso proporciona otra larga serie de indicios de su presencia. Siendo el oso una especie predominantemente crepuscular y nocturna, y poseyendo agudos sentidos del olfato y del oído, su observación directa es rarísima por lo que hay que acudir a este tipo de señales para constatar su presencia. El oso suele levantar piedras en busca de invertebrados o roedores aunque esta actividad podría confundirse con la de un biólogo novel tratando de completar una colección entomológica (la diferencia es que el oso no vuelve a poner las piedras en su lugar y el naturalista debería hacerlo). Además, el oso suele arañar árboles o descortezados y tronchar ramas a Ja búsqueda de los insectos que encuentran allí su refugio o su alimentación. También destroza hormigueros y panales de abejas y esta segunda actividad le ha reportado parte de la mala fama y algunas bajas.


    Desplazamientos, territorio y huellas

    La huella del oso es otro de los indicios de su presencia, quizá el más fácil de determinar. El oso es un plantígrado y pisa con la planta del pie como nosotros los humanos, a diferencia de lo que ocurre con los perros, las vacas o los caballos. Su huella es inconfundible por su forma, tamaño e intensidad de impresión (figura 3).








    Tanto la pata delantera como la trasera tienen cinco dedos que dejan impresiones en el sustrato así como sus largas y afiladas uñas.

    El animal pisa sólo parcialmente con la planta de las patas delanteras por lo que estas huellas resultan claramente más cortas que las del pie posterior cuya planta se imprime en más longitud. La pata delantera promedio tiene u nos 11 cm de ancho y 13 cm de largo. Naturalmente esto depende del tamaño del animal y en el oso es muy variable. En los Pirineos los pesos de los machos oscilan entre los 80 y los 300 kg con un registro máximo de 350 kg. Para las hembras, el rango va desde los 65 a los 220 kg. La hembra más pesada alcanzó los 250. En la mano las cinco uñas se marcan, aunque poco, a unos 2 cm de las almohadillas digitales correspondientes. El pie posterior, como ya se ha dicho, es más alargado y mide unos 1 1 cm de ancho y 18 de largo. Las uñas se marcan más que las anteriores y algo más separadas. Entre cada una de ellas hay unos 3 cm de separación.

    Al paso las manos quedan algo por delante de los pies. Al trote la posición se invierte y cuando se desplaza al salto las huellas forman un semicírculo con las patas delanteras en el medio y las posteriores en el exterior.

    La movilidad de los osos es muy variable. El radiomarcaje ha permitido tener una idea más precisa de la extensión de sus movimientos y patrones de actividad diarios, así como de la extensión de su dominio vital. Los osos pueden realizar movimientos muy pequeños cuando encuentran fuentes de alimento estable y de fácil acceso. Este es el caso de las carroñas tras el periodo invernal, de los pastizales de gramíneas y sobre todo de la montanera de frutos secos como hayucos, cas­ tañas o bellotas. En un estudio sobre un oso radiomarcado se observaron desplazamientos diurnos entre 100 metros y 20 km. La media de 419 radiolocalizaciones fue de 1,6 km por día. Los ejemplares de oso pueden permanecer duran­ te días aquerenciados en una zona particular para iniciar luego desplazamientos en una dirección durante varios días hasta desplazarse a 20, 30 y hasta 50 km del área de partida. La mayor movilidad se produce entre junio y agosto, periodo reproductor de la especie, lo que podría explicar los desplazamientos como una manera de emparejarse. La movilidad de los osos es menor tanto en el periodo post-hibernación como en el periodo previo a la hibernación.

    De acuerdo con el estudio mencionado los osos pueden variar de un año a otro la dirección de sus desplazamientos y el área cubierta por los mismos siendo esta superficie siempre máxima durante el período reproductor. El área media empleada por el oso durante la post-hibernación fue de 59,5 km2 de 55 en el pre-hibernación y de 708,5 durante la reproducción. En 3 años el mencionado oso radiomarcado empleó 1.437 km 2 y en años sucesivos su área de campeo se extendió hasta los 2.447.




  • Referencias


    Autor: Juan I. Deán Pinedo


    Fuente:










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